A menudo en mi trabajo como coach y trainer presencio un empeño por dividir, mente versus cuerpo, hemisferio derecho vs hemisferio izquierdo, consciente versus inconsciente, etc. Normalmente eso deriva en creer que uno es el ‘bueno’ de la película y, por consecuente, otro es el ‘malo’. Esa polarización no hace más que crear una desconexión que provoca que los procesos creativos no sea completos.
Hace tiempo escuché decir a uno de mis mejores maestros que nada se puede crear si no hay opuestos, ya que incluso para crear una nueva vida hacen falta dos partes, y de índole muy diferente.
Pienso luego existo
Hubo una época en la que actuar desde nuestra parte más consciente, desde la mente, era lo considerado adecuado, Descartes lo imprimió en nuestras mentes con la frase ‘Pienso luego existo’. En estos tiempos muchas teorías indican lo contrario, que la mente crea los problemas y es el cuerpo el que tiene la sabiduría. Lo mismo pasa con los hemisferios cerebrales, uno ha sido etiquetado como el lógico-racional y otro como el creativo-emocional, algo que puede llevar a creer que uno es el más útil que el otro y algo que está lejos de la realidad que han descubierto los científicos en los últimos tiempos.
Mi sorpresa surgió cuando comencé a explorar el trabajo con hemisferios cerebrales en el mundo terapéutico, y pude ver como de dominante, por lo general, es el hemisferio izquierdo sobre el derecho por estar sobre utilizado. Esto causa una desalineación entre ambos desconectando el cuerpo calloso y no permitiendo un flujo de información adecuada y fluida entre los dos.
La PNL (Programación Neurolingüística), mediante técnicas muy concretas y muy enfocadas, permite realizar la alineación de hemisferios cerebrales consiguiendo unos resultados excepcionales y llegando incluso a poder tratar temas de alto impacto emocional, fobias, estrés postraumático, etc. Este descubrimiento para mí fue inaudito y ahí comenzó una nueva aventura de experimentación y de aún más fascinación.
Alcanzando el estado ‘Flow’
Todas esas técnicas cobran una dimensión nueva cuando se aplican al deporte, permitiendo alcanzar estados de Alto Rendimiento y resultados increíbles. Un factor muy importante es que en el estado que se alcanza no hay diálogo interno, no hay esa voz interior que a menudo nos boicotea ni la que nos anima y apoya. Sólo hay silencio y foco, alcanzando el estado ‘Flow’ en el que un deportista ni siquiera es consciente de lo que está haciendo y muestra una total implicación en la tarea que está ejecutando. Es absolutamente fascinante presenciar esa mirada con esos ojos que parecen estar en otro lugar, los cuales muestran una visión periférica (otro concepto muy importante en el deporte), esa fluidez en los movimientos, esa despreocupación o incluso olvido del factor tiempo, de la fatiga y de cualquier otra cosa, excepto de aquello que está sucediendo es ese preciso momento.
Esto sólo sucede desde un trabajo conjunto y desde la unión de todas esas partes normalmente polarizadas, mente/cuerpo, hemisferio izquierdo/hemisferio derecho, consciente/inconsciente, todos funcionando como uno y aportando lo mejor que tienen que aportar a esa unión para obtener el mejor resultado.