Podemos hablar de aquello que hace diferente a un campeón en cualquier disciplina deportiva, y encontraríamos características como destreza, concentración, preparación física, control del tiempo y el juego, etc. Estas son cualidades que adjudicamos a cualquiera de los campeones que conocemos. Desde mi experiencia, la cualidad mágica, la más importante y que marca la diferencia entre un campeón y un “Gran campeón” es con mayúsculas “La Pasión”.
Saber transmitir entusiasmo
La encontramos en los padres que alientan a su hijo-a a realizar el deporte que le gusta y que sin exigirle dejan que crezca con su práctica. En el veterano que sirve de ejemplo por su constancia a las nuevas generaciones. En el profesional que realiza su trabajo con cariño y dedicación. En el coach que sabe transmitir ese entusiasmo por el deporte que practicas.
Competimos como vivimos
Al final competimos como vivimos. Cuando hemos descubierto aquello que nos hace levantarnos cada mañana con ganas de entrenar, de mejorar, que añoramos cuando no lo tenemos y que practicamos incluso después del entreno, de la competición y en épocas de descanso. Ese es un motor inmejorable para la mejora, para lograr la excelencia, independientemente de nuestras cualidades y de nuestra genética.
Si entrenamos con la ilusión del niño por aprender algo nuevo, seguro que lograremos tarde o temprano la excelencia, los resultados llegarán y seguiremos disfrutando de nuestra Pasión más allá de la competición.
La «Alfombra Mágica» de un Campeón
Cuando descubramos a un competidor-a en nuestra disciplina que le brillan los ojos cada vez que juega, que sigue tirando a canasta después del entreno, que no pierde oportunidad de jugar en la playa con los amigos a futbol, que llega antes al entreno para calentar y se va el último estirando después de las series… Y esto lo hace con perseverancia y tenacidad, apostemos por él porque está tocado por la Pasión que será su Alfombra mágica y que le impulsará a conseguir sus sueños y convertirse en el futuro en un Gran Campeón.